
CREAMOS NUESTRA PROPIA FANTASÍA
Foto by Flora Westbrook
Separados, en busca del nirvana, cada uno en su aldea. Así yacían Shakti y Shiva, Pisando las espinas de las flores marchitas que iban tropezando en sus caminos. Se encontraban separados por dos enormes montañas. Cada quién se hacía cargo de cuidar y proteger la suya, dos montañas que nublaban su imaginación para crear una nueva fantasía.
Shakti, entre tanto, intentaba esculpir una estatua en la cúspide de la montaña, se levantaba cada mañana enamorada de su montaña, pensaba vivir eternamente allí. Mientras esculpía, las rocas que sobraban iban rodando cuesta abajo, arrasando con todo lo que amaba, pero Shakti no se daba cuenta, porque estaba ocupada amando a su cúspide. De pronto un cincelazo demasiado fuerte, derrumbo a la montaña y Shakti se quedó sola, observando las rocas destruías. En ese momento descubrió la otra montaña, observó que se veía tan grande y fuerte como la suya y pensó que un día pasaría por allí.
Una mañana Shakti se levantó y notó que la otra montaña también estaba derrumbada, así que decidió caminar por el nuevo sendero para distraerse un rato. Lo que no sabía, era que se encontraría con su Shiva, quién se hallaba a la orilla de un río contemplando la belleza de la naturaleza. El encuentro se asemejó a una hermandad, era paz y era diversión. Allí, sobre los terreros destruidos, sembraron flores, plantaron árboles y poco a poco vieron florecer su morada.
Sus almas tuvieron que alinearse para llegar a ese encuentro inesperado, inesperado para ellos, pero no para el universo. El encuentro que consigo trajo una nueva fantasía, la fantasía de la paz, el amor, la pasión y la hermandad.
Shakti, al despertar y sentir la piel de Shiva junto a ella, comprende que esta nueva compañía, es la afirmación de su nuevo nivel de consciencia, porque entiende que es una imagen exteriorizada de su estado del ser. Por eso deben expandir su consciencia juntos, cooperar con sus guías espirituales y florecer, porque si solo un ser florece, su compañero dejará de estar a su lado; cada quién está con el ser que vibra en su mismo nivel, y lo que observa en el otro, es el reflejo de sí mismo.