
MI ANTORCHA
A veces caminamos sin rumbo, sin un mapa, sin un destino. A veces, sólo a veces deja de importar la perfección, el ego, el miedo. Y es ahí justamente cuándo encuentras tesoros, cuándo aparece la magia.
Cómo si entraras en una cueva; una cueva húmeda y oscura, en la cuál no imaginas lo que hallaras. La oscuridad nubla tu mirada, más sigues caminando y confías, te sientes parte de la cueva y el eco de tu respiración aparece cómo única compañía; tus manos se encuentran con un sin fin de sensaciones al tocar las paredes, y tus pies descalzos andan con cautela por miedo a astillarse.
De pronto, sin esperarlo, en momentos de confusión, aparece una antorcha, está encendida, llega e ilumina la cueva, notas que aquella que parecía tenebrosa y confusa, no es más que un nido de paz, un atajo fácil.
Notas que las paredes están adornadas con piedras preciosas, y la humedad del piso era el resultado de agua pura, capaz de darte vida infinita. Esa antorcha inesperada te mostró el brillo en medio de la cueva, te acompaña y te enseña a encontrar magia en dónde antes permanecía el miedo, oculto, pero latente.
Comentarios
A veces esa antorcha que tanto buscamos, está dentro de nosotros mismos, y esa luz brilla mucho más que aquellos días oscuros y opacos.
Hermoso texto😊
Podría decir que siempre es así. De hecho esta metáfora se puede entender de varias maneras. Y cada quién sabe cuál es la antorcha en su vida. Gracias por tus comentarios.